i El Lobo Estepario - Un hombre feliz


6 de Octubre 2005

Un hombre feliz

Publicado 6 de Octubre 2005 a las 03:26 AM

El sábado desaparecí de Madrid. La partida fue un momento extraño. Estaba medio grogi por la falta de sueño, el cansacio de cruzar la ciudad a la carrera y el haberme saltado el desayuno y el almuerzo. Cosas de haberme levantado demasiado tarde. Cuando me senté en el autobús faltaban menos de diez minutos para que saliera. Lo primero que reparé es que había conexión para auriculares, como en los aviones. Explorando los canales me encontré con el que parecía de música clásica. Estaban poniendo música coral sacra. Y entonces el autobús arrancó. Tardamos un rato en salir de la estación de Avenida de América en lo que para mí fue un laberinto de túneles subterráneos, y yo con la música de fondo.

No sabría cómo explicar la sensación. No se trataba de una gran aventura, ni iba a salir de España. Pero sentí de nuevo la emoción de viajar. Rumbo a un sitio que no conocía. Yo solo. Carretera y manta. Y aquella música creando una atmósfera especial.

Crucé Guadajalara y Soria. La España real donde en las estaciones de autobuses te encuentras a mujeres de Europa del Este y hombres del Maghreb que han venido para trabajar como temporeros. Y llegando a La Rioja descubrí que el otoño ya había llegado. Vi bosques donde se mezclaban varios colores, desde el dorado al rojizo. Una novedad para mí, acostumbrado al verde perenne de los pinares.

En la mañana del domingo estaba en primera línea, en la marcha por el cierre de la central nuclear de Garoña. El segundo trasto nuclear más viejo de España. Y con una historia de "incidentes" que acojonaría a Hommer Simpson. Llevé mi modesta Olympus Camedia C-150. Pero con un poco de la magia del Picasa 2, el lunes la web de Ecologistas en Acción publicó mis fotos ilustrando el manifiesto de la marcha. Con este fin de semana me quedan Navarra, Aragón, Baleares, parte del País Vasco, parte de Cataluña, Jaén, Castellón, Ceuta y Melilla para terminar de recorrer toda España.

gigolo.jpgAl regreso a casa, sorpresa. V., la pequeña francesa de Córcega que vivía en el piso de al lado, se había mudado al nuestro. Por primera vez desde que llegué a Madrid, hace casi dos años, en mi piso de 8 habitaciones tenemos un fifty-fifty de chicos-chicas. Ahora la tripulación femenina la componen: C., una friki chilena (juegos de rol, novelas de fantasía) de más o menos mi edad; A., una belga de Flandes que se ha venido a empezar la carrera de Derecho a España (qué moral); G., una francesa de la isla caribeña de Guadalupe; y V. la pequeña y animosa corsa. El lunes por la tarde, lanzado por V., vi el mayor zafarrancho de limpieza que recuerdo en este piso en dos años. Las noches, a la hora de la cena yel rato de tele posterior se han convertido en un jolgorio.

Pero como siempre, no he podido evitar esa mirada del lobo estepario cuando esta noche hojeaban la revista Cosmpolitan y un catálogo de las Galerías Lafayette. Siempre me choca la fascinación por el consumismo y el lujo. Entonces caigo en la cuenta de la brecha generacional. De pronto me dio por recordar cómo en casa de mis abuelos el agua para ducharse se calentaba con leña en un caldero enorme y tiznado. En lo alto del baño, que estaba fuera de la casa, había lo que llamábamos la "poceta" donde se vertía el agua. Debajo, dentro del baño, en el el techo abrías la llave y te duchabas. Y también recuerdo bañarme en una tina metálica en casa de mi bisabuela. Yo vivía en la ciudad, y para mí aquello no era chocante. Lo vivía como un juego. Pero hoy hasta que no haces memoria, no caes en la cuenta que zonas de la España de principios de los 80 parecían sacadas de lo que hoy creeríamos que son Albania o Moldavia. Mis padres, haciendo muchos sacrificios, no me sacaron de mi colegio cuando dejó de ser concertado. Y descubrí allí lo que signifique tener y no tener, la diferencia entre la mayoría de mis compañeros y yo. En aquel entonces un Scalectrix o unos Nike Air eran un sueño imposible e inalcanzable para mí.

Sin embargo aquello no generó un sentido del ahorro y una vena ascética en mí. Yo quería tener un ordenador. Y sentía ansia del friki por poseer tal cómic, tal banda sonora o tal libro. Pero un día la magia se rompió. Se convirtió en acumular objetos. Ser friki consistía simplemente en pertenecer a cierto nicho de mercado. Ser un hamster más que a la carrera movía una rueda. La posibilidad de una cara pero segura felicidad se esfumó para mí.

Venir a Madrid con la perspectiva de una vida nómada sólo hizo aumentar el desencanto. Tenía que tratar de acumular el menor número de cosas posibles. He vivido casi siempre al día. Mi teléfono móvil, el Nokia 5210, es un prodigio tecnológico del año 2001. Mi reloj Casio, de lo más corriente. El dinero con el que pagué mi ordenador portátil aún se lo debo a mi hermana. Y me he ido deshaciendo poco de lo que traje a Madrid. Me acostumbré al touchpad de mi portátil, y el ratón lo tiene ahora mi hermana. Como también tiene ahora mi Sony CD Walkman. Mi cámara réflex analógica Pentax reposa ahora en casa. Para colmo la semana pasado me sucedió algo divertido con lo que casi cierro la lista.

Fui a comprar una par de trastos electrónicos para un trabajillo que le estoy haciendo a un amigo. Más o menos le entendí que si necesitaba algo para mí, como la factura del material que empleara lo pagaba el cliente final, podría colar algo. Así que en la tienda de trastos electrónico le eché un ojo a una tarjeta de memoria XD para mi Olympus. Y de paso unas pilas alcalinas AA (por si las recargables me hubieran dejado tirado el fin de semana). Entonces vi el Creative Muvo C100 de oferta. Un reproductor MP3 de 256Mb. que es un trasto enorme. Parece un cronómetro deportivo porque es un cronómetro. Tiene de particular que admite tarjetas de memoria SD. Y se me encendió la bombilla. El cacharro (50 euros) lo pagaba yo. Pero el paquete de pilas recargables AAA y la tarjeta SD las colaría en las facturas. ¿Quién se iba a fijar en la supermegachachiempresa? Pagué la montaña de cosas que llevé al mostrador. Pero al firmar el recibo de la tarjeta noté algo raro. Me alejé de allí y cuando me encaminaba a otro mostrador a pedir una factura con NIF y esas cosas caí en la cuenta. Había pagado menos de lo que esperaba. Concretamente unos 100 euros. Se habían equivocado y sólo me habían cobrado uno de los paquetes de pilas y el Muvo C100. El resultado fue el mismo que esperaba. Que una supermegachachiempresa me subvencionara las tarjetas de memoria. Sólo que lo hizo una diferente a la que yo esperaba.

Así me paseé por Logroño. Con la música a cuestas. Y fue recuperar una vieja sensación. Mi vida volvía a tener banda sonora. El pasear por aquella calles peatonales tuvo matices diferentes y especiales con U2 en mis oídos. Me dio que pensar. ¿Habría sido diferente la percepción de lo que he vivido en este último año si hubiera tenido la música adecuada de fondo? A este punto nos condiciona el lenguaje cinematográfico y televisivo, creo.

El reproductor MP3 significa un trasto menos en la lista. Ahora ya sólo me queda renovar la cámara digital Olympus (que obtuvo mi padre rellenando unos cupones del periódico local) por una que haga el trabajo de la digital compacta y la Pentax analógica cuando me vaya de viaje. Cuando ahorre algo de dinero y me la compre habré terminado con la lista de cachivaches electrónicos y caprichos. No echo en falta nada más. Y si me tocara una lotería multimillonaria, que sería ante todo un milagro porque nunca juego, tendría su gracia. Me compraría la cámara digital (posiblemente una Casio EX P505), y el resto a una Cuenta Naranja. Sólo lo sacaría para viajar. Es lo único que anhelo en esta viajar. Viajar. Quizás porque no sé vivir una vida normal.

Y en estas, este fin de semana, se metió metió en mi cabeza el estribillo de "Por un viejo sombrero" de Loquillo y Los Trogloditas: ...por un viejo sombrero que chirlé en Madrid, me considero un hombre feliz.

[He dado el remate final al texto. V. insiste en que ella es corsa a secas, no una francesa procedente de Córcega. Pero yo ni caso. Hay que ver lo que le gusta mandar a esta chica. Es lo que tiene ser bajita y de Córcega.]

Commentarios

jajajaa, estas rodeado de bellezas... luego te me quejas :P. Efectivamente que te toque la loteria así es un milagro por el que deberían canonizar a alguien (en realidad piden dos milagros, pero ese ya debería contar como 2 xD).

Veo que tu concepcion de nomada no dista de mucho de la de un aventurero que se adentra en la inhospita jungla(que pienso que Madrid tiene varias obras, pero tampoco es para tanto)... te cargas con equipo electronico suficiente como para topografiar la urbe :P.

Viajar está bien, muy a menudo digo a mis amigos que no me considero madrileño, que no tengo de eso que llaman raices...

Posted by träne at 5 de Octubre 2005 a las 05:23 PM

A nosotros nos encanta Logroño

Posted by www.abeysara.tk at 6 de Octubre 2005 a las 10:53 AM

¿Tú te crees que vivir con un montón de chicas guapas es un chollo? Mejor que con una pandilla de descerebrados con las hormonas a tope, es.

Tiene gracia, pero a mi peculiar estilo de vestir lo llamo "aventurero urbano". Con una cámara digital decente y mi reproductor MP3, ya me siento preparado para lanzarme a la aventura.

El móvil, el día que deje de vivir en Madrid lo lanzaré por la ventana. Y el portátil aún lo tengo que pagar a mi hermana.

Posted by Lobo at 6 de Octubre 2005 a las 05:58 PM

he recordado lo mucho que tengo sin viajar pero sin musica, ni moviles, ni libros... nada a cuestas solo yo y mi silencio... que ya se me hace añejo en esta ciudad de mierda...

Saludos desde el tropico...

Posted by Newton at 11 de Octubre 2005 a las 08:40 PM

Te me estás volviendo muy artístico tú. Hasta te das un aire a Toulouse Lautrec en la foto. :D En fin...

Ah, por cierto. He mudado la bitácora a un nuevo sitio. Te lo digo para que actualices el enlace.

Un abrazo.

Posted by Juan José Torres at 13 de Octubre 2005 a las 04:12 AM

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