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Me vine a Madrid, aún con dos asignaturas pendientes para licenciarme, para hacer un curso de posgrado. Una de las asignaturas pendientes implicaba presentar un trabajo que el profesor me había rechazado a última hora. Yo le había hablado del movimiento antiglobalización discutiendo la relación entre modelos de organización y tecnologías de la comunicación, en especial Internet. Pero él quería que le hablara de Internet desde la perspectiva de las teorías clásicas de la comunicación. Pasaron los meses en Madrid y no avanzaba con el maldito trabajo. Tenía que licenciarme antes de acabar el máster. ¿Y cómo aplicar las teorías de escuelas de pensamiento de los años 20 y 30 sobre Internet? No entendía qué relación se encontrar y qué quería el profesor que le contara en el trabajo. Pasó una convocatoria y no presenté nada.
Un día vi anunciada en la facultad la charla-debate "Culturas sexuales culturas tecnológicas" a cargo de Richard Cleminson y organizada por CiberSomosaguas, un grupo de investigación sobre "cibercultura y movimientos sociales". Decían ser un grupo de profesores abierto a los alumnos, y me presenté en una reunión de trabajo. Creí que me había equivocado porque sólo había profesores. ¿Y los alumnos?, pregunté. Pasaban de todo. En mi universidad nos quejábamos lo cerrados que estaban los profesores a darnos la oportunidad de colaborar en investigaciones. Y aquí en Madrid un grupo totalmente abierto se encontraba con la indiferencia de los alumnos. Increíble.
En el máster coincidí con bastante estudiantes de toda Latinamérica: Desde México a Argentina. Entre ellos, sus amigos y otros conocidos míos llegué a conocer ese Madrid de gente madura, propietarios de pisos, que se pasean con el ABC enrollado bajo el brazo y no alquilan a sudacas o lamentan la presencia de una familia cubana en el edificio porque lo afean (sic). Historias absurdas debidas al acento o los rasgos físicos. Gente que confude hablar el español con un acento diferente con hablarlo mal. Me recordaba en parte a las experiencias de amigos en Alemania ("¿y ustedes cómo sobrellevan el ser morenos y feos en vez de rubios y guapos como nosotros?", sic). Pero esta vez comprendía muy bien lo que significaba vivir en una gran ciudad, lejos de casa, y sentirte un extraño. Si cosas así les pasaban a españoles con un acento no mesetario, a los que confundían con latinoamericanos, ¿qué no harían con africanos en general, magrebíes y subsaharianos?
Desenraizado de mi cuadrilla de amigos empecé a escribir de forma anónima este blog, un soliloquio tipo angry young man. Dos semanas después, el 11-M.
Fue una llamada de teléfono de Juanjo la que me sacó de la cama. Pura casualidad que aquella noche dejara el móvil encendido, cosa que casi nunca hacía. Era aquí en Madrid pero lo vi por televisión, lo que le dio para mí esa sensación de irrealidad. Pasé el fin de semana pendiente del móvil e Internet. ¡¡Ha sido ETA!! ¡¡Ha sido ETA!! ¡¡No os dejéis engañar!! repetían algunos en esos medios tan liberales. Ellos parecen haberlo olvidado, yo no. En el foro donde discutía de política con otros frikis en temas militares algunos decían el 13-M con igual histerismo que estábamos al borde de una guerra civil por las manifestaciones ante las sede del PP. Hasta aquel día vivíamos con la certeza de que el terrorismo yihadista no iba con nosotros. Nosotros éramos los buenos. Y todo eso se fue a la mierda aquella mañana de marzo.
De todo el ruido de aquel fin de semana "El futuro fue ayer", en la Bitácora de las Indias, parecía el único mapa con sentido de lo que estaba pasando. Ya por aquel entonces, creo, debía saber que no eran un grupo de ejecutivos encorbatados. Con el tiempo me llamaría la atención las coincidencias en cosas muy curiosas.
Releo en la copia de seguridad que conservo de lo que escribí durante la primera época de este blog que fue a finales de marzo cuando las reflexiones de David de Ugarte en la Bitácora de las Indias, y que luego quedarían reflejadas en "11-M Redes para ganar una guerra", me hicieron ver que estaba ante un punto nodal. Algo que no me pasaba desde la primavera de 2001, cuando leyendo sobre Asia Central, los talibanes, Al Qaeda y Bin Laden tuve la misma clase de intuición. Igual que a principios de diciembre de 1999, leyendo sobre Seattle.
Y un día lo vi claro acerca del trabajo que me quedaba para acabar la carrera. Evidentemente no había forma de analizar Internet a la luz de las viejas teorías de la comunicación, porque eran su negación. El esquema funcionalista sólo servía para redes unidireccionales (radio, TV, prensa...), pero si ampliábamos el espectro de Internet considerando los e-mails, blogs, foros de discusión, páginas webs, teléfonos móviles... teníamos el 13-M: Mariano Rajoy y su llamada perdida. Encontré el enfoque y concluí el trabajo. Ey, David de Ugarte... ¡Gracias por ayudarme a acabar la carrera!
En el fondo es todo lo mismo: aplicar viejos y caducos esquemas a nuevas situaciones reales. Lo de los viejos burgueses y su actitud hacia los "coloridos" vecinos es como las viejas teorías de la comunicación vertical aplicadas a un entorno tecnológico y social cada vez más horizontal y abierto. Puro anacronismo.
Enhorabuena
De nada bro! Aunque no era mi intención me alegro :-)
¿Está ese trabajo disponible en formato abierto (sxw, pdf)? ¿Descargable desde tu página? Tal vez podría ser un buen informe para publicar en ciberpunk.com. En cualquier caso tendría que estar en el fondo de la BIE. ¿Te animas?
Esto... La cosa de contar tu vida de forma casi-literaria es que omites e interpretas a tu antojo sin que la gente sepa qué hubo detrás. ¿A qué viene esto? Pues que no he tenido reparos de poner disponible al público otra cosas (mi trabajo de antropología, mi análisis de "11-M La venganza", mi diatriba contra la izquierda estudiantil, pero en cambio no he puesto ese trabajo accesible a los lectores porque me salió... una castaña. Vamos, que tuve la "visión", pero el resultado dejó mucho que desear por muchos factores... Algo que no voy a explicar en público... ¡Qué coñazo he soltado!