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El jueves fui a mi primera entrevista de trabajo tras haber pasado casi mes y medio desde que vovlí a Madrid. Era la tercera oferta de trabajo a la que contestaba, dejando aparte los C.V. enviados a varias O.N.G.s y dejados en bolsas de empleo del sector. De doscientos currículums escogieron otros seis y el mío. Cuando llegué a casa no pude evitar querer darme cabezazos en la pared, con esa sensación de haber quedado como un idiota.
Me dijeron que el viernes (¿24 horas más tarde?) me llamarían para avisarme de la decisión que habían tomado. Pero el viernes no supe nada de ellos. Tampoco el lunes. Esta tarde les mandé un e-mail. Supongo que puedo dar por hecho que han cogido a otro.
Así que en los próximos días empezaré a buscar un nuevo trabajo de subsistencia. Uno como el de teleoperador que tuve el pasado verano. Al menos esta vez, dada la experiencia, buscaré expresamente uno de recepción de llamadas. Trabajar para tratar de llegar como se pueda hasta final de mes, teniendo que contar con alguna aportación de mi familia para cuadrar el presupuesto, y mientras tanto buscando "algo de lo mío". De paso, lo intentaré en la FNAC: Libros, DVDs, música, fotografía, informática... No hay nada de lo que no sepa algo.
Pero todavía tengo esa sensación de que el desánimo que siento ahora se limita a dejarme en un estado de pasiva indiferencia. Todavía no he perdido la esperanza de que saldré de aquí. Todavía me queda la tesina por acabar.