Una vez le regalé a una chica un cuaderno para que escribiera su diario en él. Yo le había hablado del mío tiempo atrás, y la idea de empezar uno le resultó atractiva. Pero cuando le regalé aquel cuaderno se sintió abrumada con la perspectiva de tener que escribir en él todos los días.
Un diario tiene ser que un instrumento, le dije. Ha de ayudarte a ordenar las ideas o a desahogarte. Yo escribo el mío cuando me da la gana. De hecho después de doce años, el curso pasado dejé de hacerlo. El problema es que el diario se convierte en el sumidero al que van a parar todos las reflexiones nacidas en los momentos de peor ánimo, simplemente porque los buenos ratos los vives y disfrutas, y rara vez te paras a escribir sobre ellos. Un blog es exactamente igual.
He guardado una copia de seguridad y luego he hecho una limpieza total. Empieza aquí una nueva etapa de El Lobo Estepario. Para bien o para mal, los lectores habituales se encontrarán aquí también con el contenido de Animal Político. Dedicaré menos tiempo a mis cuitas, y más a lo que pasa en el mundo, al cine, la televisión, los libros y la música.
Supongo que tendré menos lectores. Quizás no. Pero siento que un blog no es el instrumento más adecuado en este momento de mi vida para ordenar las ideas. Y que en la blogosfera hacen falta más en este momento otra clase de blogs, que los meros diarios personales. Así que aquí empieza de todo de nuevo. Bienvenidos al desierto de lo real.