Anoche fui a ver "Contra la pared", Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín de 2004 y supongo una montaña de nominaciones y premios más. Impecable desarrollo de los personajes, montaje y banda sonora. Pero... ¿Cuántas veces he visto ya a personajes en una espiral descendente de sexo, drogas y alcohol? ¿A almas perdidas que descubren que se necesitan para salir del agujero en el que están? ¿Cuántas veces he visto que cuando las cosas parece que van a empezar a ir bien todo se tuerce porque el director crea que los finales felices son sólo cosa de Hollywood?
Empieza a ser un género cinematográfico con sus propias convenciones: Siempre hay un piso convertido en una verdadera pocilga y una escena en la que un personaje enfurecido se dedica a tirar al suelo todo lo que hay encima de la mesa. Sin olvidar, cómo no, la inevitable escena en que alguien rompe un objeto de cristal y termina chorreando sangre.
Y sí, ya sé que no soy la persona más apropiada para hablar de ciertas cosas, pero me cansan los personajes nihilistas rompepelotas que cuando su vida toca fondo sólo saben escarbar más profundo. "¡Moved el puto culo! ¡Haced algo con vuestras jodidas vidas!", me dan ganas de gritar desde la butaca del cine. Al salir de ver la película recordé lo primero que escribí en este blog. Pronto se cumplirá un año. Aquel 29 de febrero decía:
Ayer compré "11,39 euros" (Anagrama, 2002) la novela de Frédéric Beigbeder. Me la leí de un tirón en una sola noche. Quisiera poder llegar a escribir algo así, descarnado e irreverente... Algo en la línea de "El club de la lucha" (Muchnik, 1999) de Chuck Palahniuk o incluso "Búnker 13" de Aniruddha Bahal (Emecé, 2003). Hay algo en lo que coinciden las tres novelas: Es un descenso al infierno contado por el protagonista en primera persona con altas dosis de sexo y drogas por el camino. Problema.
a) No me como un rosco
b) No consumo drogas
Me resulta difícil escribir de un mundo que desconozco y no me atrae. Así que jamás podré convertirme en autor emblemático de la Nueva Narrativa Joven. No podré vivir del cuento como Joven Autor. Sólo me queda escribir este blog, y gratis.
...
Al final ni siquiera conseguí que este fuera el blog del young angry man que creí yo era. Eso se lo dejo a Somófrates, que es capaz de escribir cosas como esta y dejarte una punzada en el estómago. A veces echo de menos poder vomitarlo todo en público.
No te agobies. Salvo para ciertos "artistas malditos", vomitar en público sigue estando considerado de muy mala educación...y como forma de expresión es bastante confusa.
La buena literatura, las buenas historias bien contadas, terminan por hacerse un hueco en este panorama desolador de las letras actuales, donde triunfa antes una presentadora de televisión a la que le escribe el libro un negro, o un supuesto artisdta alternativo y maldito, que un verdadero escritor.
No desesperes
No me seas gilipollas, coño. El que escribe bien escribe bien, y el que no, pues no. Sobre qué escribas ya es cosa tuya. Mi mérito no es ser capaz de vomitar. Mi mérito es ser tan rematadamente tonto de seguir haciéndolo aunque tras haberlo hecho me sienta imbécil. Una y otra vez.
Es paradójico. Yo me siento imbécil y las masas me aclaman...
En serio, tronco, kill your idols.