Cuando salí de la estación de metro no saqué el paraguas. Quise sentir las gotas de lluvia en mi cara. En el reproductor MP3 (qué gran invento, poder poner banda sonora a tu vida) sonaba el "Hallelujah" de Leonard Cohen interpretado por Jonh Cale para la banda sonora de Shrek. Me gusta Cohen, pero sin duda la versión de Cale suena mejor.
Me impacienté con el semáforo que me llevaba a casa por el camino más corto, y decidí echar a andar dando un rodeo bien largo. Necesitaba caminar. Normalmente lo hago a paso legionario pero hoy iba con las manos en los bolsillos dando pasos cortos. Empezó a sonar "Nothing else matters" de Metallica versionada por Apocalyptica. Desde que me enganché a la banda sonora de "Mishima" compuesta por Philip Glass e interpretada por el Kronos Quartet, el sonido de los violonchelos me parece insuperable para expresar la intensidad de ciertas cosas.
Cuando abrí el portal sonaba "Color Blind" de Counting Crows. Descubrí la canción en "Crueles Intenciones", que fue un intento de adaptar "Las amistades peligrosas" a una trama de adolescentes pijos en Nueva York (la película al arrancar promete para luego diluirse, pero esa es otra historia). Elegí la canción a propósito. Qué ironía recordar el momento en que la canción sonaba en la película. Qué ironía descubrir que precisamente yo no iba a salir indemne de este viaje. Jugué. Gané. Y la partida no me salió gratis. Buena señal. Estoy vivo.